




Ah cortazar, me hiciste creer mucho en que se podia llegar al cielo jugando a tu rayuela, me entregué a tu poesía, a tus cuentos, a tus credos. admire tu prosa insistente, tus busquedas, tu musicalidad, no solo literaria, tus historias, tus ideas. Eternamente agradecido, norberto
Aqui un breve inform para desconocidos:
Jules Florencio Cortázar (Ixelles, Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914 - París, Francia 12 de febrero de 1984) fue un escritor e intelectual argentino.
Se le considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general,
comparable a Jorge Luis Borges, Antón Chéjov o Edgar Allan Poe, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en
Latinoamérica, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren una autonomía
y una profundidad psicológica pocas veces vista hasta entonces.
Un fragmento de un cuento:
de Carta a una señorita en París (fragmento), de Bestiario
" Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que
sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo
sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de
chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece
satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra
la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran
maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico,
y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas. "
tres poesías del loco
El breve amor
Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?
Esta ternura
Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?
Hablen, tiene tres minutos
Hablen, tiene tres minutos
De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.
Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.
Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.
de Rayuela
Rayuela. Capítulo 83
La invención del alma por el hombre se insinúa cada vez que surge el sentimiento del cuerpo como parásito, como gusano adherido al yo. Basta sentirse vivir
(y no solamente vivir como aceptación, como cosa-que-está-bien-que-ocurra) para que aun lo más próximo y querido del cuerpo, por ejemplo la mano derecha,
sea de pronto un objeto que participa repuganantemente de la doble condición de no ser yo y de estarme adherido.
Trago la sopa. Después, en medio de una lectura, pienso: "La sopa está en mi, la tengo en esa bolsa que no veré jamás, mi estómago." Palpo con dos dedos
y siento el bulto, el revolverse de la comida ahí dentro. Y yo soy eso, un saco con comida adentro.
Entonces nace el alma: "No, yo no soy eso."
Ahora que (seamos honestos por una vez)
sí, yo soy eso. Con una escapatoria muy bonita para uso de delicados: "Yo soy también eso." O un escaloncito más: "Yo soy en eso."
Leo The Waves, esa puntilla cineraria, fábula de espumas. A treinta centímetros por debajo de mis ojos, una sopa se mueve lentamente en mi bolsa estomacal,
un pelo crece en mi muslo, un quiste sebáceo surge imperceptible en mi espalda.
Al final de lo que Balzac hubiese llamado una orgía, cierto individuo nada metafísico me dijo, creyendo hacer un chiste, que defecar le causaba una impresión
de irrealidad. Me acuerdo de sus palabras: "Te levantás, te das vuelta y mirás, y entonces decís: ¿Pero esto lo hice yo?"
Como el verso de Lorca: "Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio." Y creo que también Swift, loco: "Pero, Celia, Celia, Celia defeca."
Sobre el dolor físico como aguijón metafísico abunda la escritura. A mí todo dolor me ataca con arma doble: hace sentir como nunca el divorcio entre mi yo
y mi cuerpo (y su falsedad, su invención consoladora) y a la vez me acerca mi cuerpo, me lo pone como dolor. Lo siento más mío que el dolor o la mera
cenestesia. Es realmente un lazo. Si pudiera dibujar mostraría alegóricamente el dolor ahuyentando el alma del cuerpo, pero a la vez daría la impresión de
que todo es falso: meros modos de un complejo cuya unidad está en no tenerla.
de historia de cronopios y de famas
Pañuelos
Un fama es muy rico y tiene sirvienta. Este fama usa un pañuelo y lo tira al cesto de los papeles. Usa otro, y lo tira al cesto. Va tirando al cesto todos
los pañuelos usados. Cuando se le acaban, compra otra caja.
La sirvienta recoge los pañuelos y los guarda para ella. Como está muy sorprendida por la conducta del fama, un día no puede contenerse y le pregunta si
verdaderamente los pañuelos son para tirar.
-Gran idiota- dice el fama, no había que preguntar. Desde ahora lavarás mis pañuelos y yo ahorraré dinero.
El canto de los Cronopios
Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas,
se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados.
En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo
que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las
conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado,
mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.
Terapias
Un cronopio se recibe de médico y abre un consultorio en la calle Santiago del Estero. En seguida viene un enfermo y le cuenta cómo hay cosas que le duelen
y cómo de noche no duerme y de día no come.
-Compre un gran ramo de rosas- dice el cronopio.
El enfermo se retira sorprendido, pero compra el ramo y se cura instantáneamente. Lleno de gratitud acude al cronopio, y además de pagarle le obsequia,
fino testimonio, un hermoso ramo de rosas. Apenas se ha ido el cronopio cae enfermo, le duele por todos lados, de noche no duerme y de día no come.
Sus historias naturales
León y cronopio
Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente: León.-Te como. Cronopio (afligidísimo pero con dignidad).
-Y bueno. León.-Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada?
El cronopio no dice nada, y el león está perplejo, hasta que le viene una idea. León.-Menos mal que tengo una espina en la mano izquierda que me fastidia
mucho. Sácamela y te perdonaré. El cronopio le saca la espina y el león se va, gruñendo de mala gana: -Gracias, Androcles.
Cóndor y cronopio
Un cóndor cae como un rayo sobre un cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y dice con gran petulancia,
a saber: Cóndor.-Atrévete a afirmar que no soy hermoso. Cronopio.-Usted es el pájaro más hermoso que he visto nunca. Cóndor.-Más todavía.
Cronopio.-Usted es más hermoso que el ave del paraíso. Cóndor.-Atrévete a decir que no vuelo alto. Cronopio.-Usted vuela a alturas vertiginosas,
y es por completo supersónico y estratosférico. Cóndor.-Atrévete a decir que huelo mal. Cronopio.-Usted huele mejor que un litro entero de colonia
jean-Marie Farina. Cóndor.-Mierda de tipo. No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo.
Flor y cronopio
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas
a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente
se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: «Es como una flor».
Fama y eucalipto
Un fama anda por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles. Los árboles tienen un miedo terrible porque conocen las costumbres
de los famas y temen lo peor. En medio de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo da un grito de alegría y baila tregua y baila catala en torno
del perturbado eucalipto, diciendo así: -Hojas antisépticas, invierno con salud, gran higiene. Saca un hacha y golpea al eucalipto en el estómago,
sin importársele nada. El eucalipto gime, herido de muerte, y los otros árboles oyen que dice entre suspiros: -Pensar que este imbécil no tenia más
que comprarse unas pastillas Valda.
Tortugas y cronopios
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben,
y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga
dibujan una golondrina.
todo cortazar es genial pero aqui va lo que me gustó mucho mucho!
lea:
Bestiario (1951) (Cuentos)
Las armas secretas (1959) (Cuentos)
Un tal Lucas (1979) (Cuentos)
Deshoras (1982) (cuentos)
Salvo el Crepúsculo (1984)
Historias de Cronopios y de Famas (1962)
Todos los fuegos el fuego (1966) (Cuentos)
Rayuela (1963) (Novela)
62/Modelo para armar (1968) (Novela)
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